En estos tiempos de modas volátiles y arrasadoras, una apareció a un paso monótono y cansino, y aún permanece. Muertos vivientes.
No, no voy a hablar de frikadas, ni de esa famosa serie basada en comics, aunque me gustaría, como casi todo lo relacionado con el "miedo", voy a hablar de algo tipico en mi, casualidades que me hacen reflexionar.
Así, alzo de su tumba este viejo blog, para devorar unos cuantos cerebros, si queda alguno por ahí claro.
En mi nueva vida normal y monótona, dejé de dormir de nuevo, uno me dice que el cambio meterológico, otra razón podría ser alguna noche loca, el caso es, que así sin dormir, los ojos vuelven a ver cosas diferentes, y si no las ven, se las inventan..
En la calle, cerca de la Iglesia, vi el primero, renqueando y portando dolorosas noticias en sus brazos, más que hablar, balbucea, más que tratar de sonreir, se le escapa una mueca, en sus ojos está reflejada la verguenza, pide clemencia con la mirada por lo que hizo, y por lo que nunca hizo. Siempre me ha parecido interesante el hecho de poder hablar con una persona y que ambos puedan estar pensando en otra cosa, y aquí, el zombie resultaba cristalino, como nunca lo fue al estar siempre tras una cortina de humo... Tan fácil, así que cortesmente le regalé eso, humo. Y le dejó ahí, viviendo muerto.
El otro, mucho más peligroso, no por su potencial, pero sí por lo que engendra su cerebro me asalta casi casi entrando en mi casa, hediondo y meloso, desentona una canción ya conocida, sé que busca y, como en cierta manera a mi monstruo le interesa, le hago los coros. Aun sabiendo que el fin que busca me repugna, interesa, así que me visto la piel del hipócrita y le regalo esperanzas, y eso que estoy seguro que en su fin, no obtendrá nada de lo que ansía, y mucho más de lo que merece, nada. Me alejo de ti ya asqueroso zombie, mi vida continua.
Y viajo al mundo donde soy otro, donde a veces me halaga como me ven ciertas personas aunque no sé que ven.
Y exámenes y palabras sinceras.
Y muerte al llegar a casa, pues los días a veces no acaban cuando quieres, yo quería que mi día acabara pronto con una cerveza, y acabó en un tanatorio, un antiguo amigo quería que su día acabara mucho más tarde, y acabo yaciendo en la calzada... Que injusto.
Allí, pese a no acabar del todo bien, pese a mil reproches que podrían existir, todo desaparece y me fundó en algun abrazo, donde solo quedan añoranzas y antiguos recuerdos que te hacen crecer.. Todo se olvida, menos eso.
Eso me hace reflexionar, si la distancia y el tiempo, y la muerte, les quitan capas a las relaciones, ¿les pasará lo mismo a los zombies que se ganaron el infierno? Ahora mismo, no lo creo.